domingo, 31 de mayo de 2009

Un debate sobre Izquierda Anticapitalista

Esther Vivas presentaba ayer en Público las intenciones fundamentales del programa electoral de IA, que con mayor detalle puede consultarse aquí. Sus palabras suscitaron un debate, no demasiado concurrido, en el que indicaba mi opinión y mis reticencias al respecto. Por si alguien quiere leerlo, lo transcribo aquí, en sus extremos más interesantes (o los que más interesan a quien suscribe).

Dick Turpin:

La verdad es que recibí la noticia del nacimiento de IA con entusiasmo. Coincido plenamente en su diagnóstico crítico de la situación de la izquierda liberal, plenamente inserta en el entramado oligárquico empresarial, pero veo con otros ojos la situación de IU, que, aun estando efectivamente esclerotizada por la férrea burocracia interna del aparato, no se resuelve de un plumazo tachándola simplemente de subalterna del PSOE.

Pero estas confluencias no ocultan algunas dudas, que sólo en caso de despejarse podrían hacer que vote a IA:
1) Están muy bien sus medidas económicas, especialmente la nacionalización del sector energético, la creación de una banca pública (aunque en otro sitio leí directamente la nacionalización de toda la banca, lo cual ya me parece bastante peor, entre otras cosas porque necesitaría de una intervención militar y… ¿cuántos generales conoce Esther?), la aprobación de una renta básica o la expropiación de viviendas vacías. Ahora bien, como para que el Estado tenga recursos debe estimular asimismo a la economía para que ésta produzca riqueza, ¿cómo se propone hacerlo IA? ¿Qué política tiene prevista para los pequeños y medianos empresarios que, no lo olvidemos, son también trabajadores en su propia empresa?
2) Sus ideas programáticas con respecto a la economía quedan claras, pero cuáles son sus opiniones con respecto a la política. ¿Apoyan un régimen constitucional de protección de libertades? ¿son partidarios de un régimen parlamentario? ¿cómo lo organizarían, con una o dos cámaras, con sistemas proporcionales y representativos? ¿qué piensan del modelo autonómico, y de la pluralidad cultural tanto española como europea?
3) En caso de que, por encima de anticapitalistas, sean demócratas y constitucionalistas (o sea, que crean en la democracia –no sólo representativa, sino también participativa– como medio de adopción de decisiones pacíficas y que tomen el Estado como medio para garantizar derechos no sólo de índole socioeconómica, sino también cultural e incluso patrimonial), cuál piensan que sería su papel en un parlamento en el que, por poner un ejemplo, cuenten con 20 diputados: negar, boicotear, paralizar su funcionamiento o transigir en su programa de máximos y avenirse a llegar a acuerdos con fuerzas social y políticamente más representativas de la izquierda, no teniendo inconveniente en renunciar a la pureza de su programa para poder desarrollarlo en la proporción en que ha sido votado.

No sé si Esther se acercará a estas páginas a ver los comentarios. Pero me vale la respuesta de cualquier militante o simpatizante. Y, ante todo, enhorabuena por el arrojo, la valentía y el aire fresco que suponéis y que uno espera –ojalá que no ingenuamente– que no huela al aire viciado de los tics totalitarios de la izquierda dogmática…

Javier Sánchez:

Como firmante de la candidatura leo con interes el articulo. Mas de lo mismo. Del ASI NO (y mira que hay motivos con tanta injusticia y explotación) al ASI SI… sin jamas referir un COMO. Volvemos a la cultura de la pancarta y del contra alguien o algo se vive mejor.Proponer y prometer es facil (por que no 34 horas en vez de 35; por que no 1300 euros de salario minimo en lugar de 1200 euros) pero de construir los procesos para poder hacerlo sin acabar como Corea del Norte nadie dice nada. Desde Marx no somos capaces de articular opciones economicas alternativas. Yo escribi hace tiempo estas preguntas sobre gestión economica, geoestrategia politica, economia nacional, modelo presupuestario etc, a IA….. Nunca nadie me contesto ni me invito a una mesa de trabajo. Por que estos temas son dificiles y requieren un gran esfuerzo de pensamiento. Lo cierto es que ya estoy aburrido de ir de pancarta en pancarta para que todo siga igual…. y mientras tanto NO ENCUENTRO UNA SOLA IDEA NUEVA ELABORADA. Por faltarnos creatividad ni siquiera podemos ser un partido de algo; nos quedamos en ANTI.Ojala alguien me invite a debatir.

Dick Turpin:

Yo te invitaría a debatir, estimado Javier, pero el caso es que pienso lo mismo que tú, todas mis entusiastas simpatías se desvanecen cuando compruebo que, efectivamente, nada se dice sobre cuestiones capitales de método y procedimiento, pero también sobre asuntos sustantivos de organización política.

Un militante de IA:

Como militante de IA, entiendo perfectamente y comparto vuestras inquietudes. Lo primero que puedo deciros es que una izquierda que realmente pretenda desarrollar una nueva política, no dogmática, no autoconvencida, no sectaria, necesariamente tendrá que ser un izquierda con dudas, una izquierda que no tiene todas las x resueltas de antemano, que no tiene las recetas para solucionar todos los problemas de la sociedad, pero que sí tiene la ilusión y las ganas honestas de luchar por ello. No creo que eso se pueda decir de organizaciones como Izquierda Unida (no confundir con algun@s de sus valiosos y luchadores militantes), a la que se nombraba en alguno de vuestros comentarios.

Una izquierda que se pretenda nueva, pero radical y con memoria, con memoria de los errores de la izquierda en el pasado –por supuesto también del terror stalinista pero que sea capaz de recuperar lo mejor del legado de esa otra izquierda que luchó contra el capitalismo, el fascismo y el stalinismo y que fue derrotada. Un buen ejemplo en el Estado español lo tenemos en el POUM durante los años 30. Se tratará de una izquierda que no renuncie por tanto a la ambición de luchar por la construcción del comunismo. Sí, esa palabra que tanto miedo da (o daba, hasta hace poco). Desde IA también queremos recuperar ese legado, pero no queremos hacerlo con base en proclamas ideológicas vacías y fuera de la realidad social en la que nos movemos. Como dice Esther en su artículo, nos encontramos todavía en una fase de resistencias, una fase defensiva frente a los ataques del capital y la reducción de derechos conseguidos tras décadas (siglos) de luchas. Nos vemos enfrentad@s a la necesidad de generar esas luchas defensivas, de aglutinar un frente amplio de sensibilidades anticapitalistas (anticapitalistas de verdad, desde abajo, y en los conflictos reales: sobre el trabajo, sobre la universidad, sobre el modelo productivo, sobre la ecología, sobre los derechos de las mujeres, de las personas migrantes…). Eso no debe hacernos olvidar, evidentemente, el programa de máximos, las aspiraciones de transformación radical de la sociedad, de construcción de un nuevo modelo de institucionalidad política, que subvierta el “democrático-parlamentario” que actualmente se supone que existe (en el Estado español casi ha desaparecido gracias a medidas como la Ley de Partidos). Un nuevo modelo de autogobierno realmente democrático y autogestionario, descentralizado y que defienda el derecho de autodeterminación. Si nos preguntáis por las propuestas de mínimos con respecto al actual modelo institucional (que, repito, nosotr@squeremos subvertir), evidentemente pasa por la derogación de las leyes que arrebatan los pocos derechos políticos que tenemos a toda una corriente política, por la eliminación de la monarquía y la implantación de un sistema político republicano y confederal, con una mayor proporcionalidad electoral, con una más profunda y democrática descentralización de poderes y decisiones (fomentando el autogobierno local y participativo), eliminando la profesionalización de la política, y politizando y empoderando a tod@s los ciudadna@s (todos los residentes mayores de 16 años, nativos o extranjeros, con la eliminación de todas las leyes de extranjería racistas y xenófobas)… Eso sólo sería el comienzo, ¿pero no sería poco?

Nos enfrentamos al drama de que no hay modelos para imitar, ni los queremos, de que tenemos que empezar a pensarlo (casi) todo de nuevo. Y en esa tarea estamos. A ella estáis invitad@s, claro que sí. Nuestra intención con esta candidatura ha sido abrir un proceso de discusión, que no termina con las elecciones del 7 de junio, sino que tiene ahora un momento de arranque. Precisamente porque no tenemos todas las respuestas es que todo es posible. Tenemos un campo abierto enorme ante nuestros ojos, y una gran oportunidad histórica, en este contexto de crisis agónica del capitalismo y la civilización a la que ha dado lugar. Por eso queremos discutir con todas aquellas personas luchadoras, de distintas corrientes políticas, de todas las luchas sociales, y ahí, en las luchas, es donde seguimos fortaleciendo nuestra organización y nuestras ideas, aprendiendo de otr@s, caminando juntos sin dejar de preguntarnos (como dicen l@s compañer@s zapatistas).

Esto no ha hecho más que comenzar, y todas las aportaciones son necesarias…

Desde Madrid, un saludo anticapitalista y revolucionario.

Gramsciez:

¿Izquierdas?
Ni Izquierdas y mucho menos, anticapitalista, lo que pregonan estos Turiferarios de la IV Internacional, que además es una política muy cerca de las ”boutades” de los Situacionistas y de un modelo económico émulo de unas doctinas ya periclitadas, y ”demolidas” por KARL MARX, pertenecientes mayormente al pobre ”escibidor” JOSEPH PROUDHON, que no daba más de sí.
La señorita ESTHER VIVAS, no sabe de lo que habla, y le falta mucho estudio de la historia y de MARXISMO, en caso que le interese de verás,para tener un discurso coherente, crítico, sabio y efectivo.
”Ideas sin actos o actos sin ideas”, como diría el MORO(Karl Marx).Ni siquiera eso, sino ¡ni ideas ni actos, y tampoco actos y ni siquiera ideas!.
SALUD
P.D.:¡¡¡¡Empezad por el ”Qué hacer” de LENIN!!!

María F.:

Quizá la gente de izquierdas debamos recapacitar sobre nuestra forma de enfrentarnos a las distintas opciones políticas. Los de derechas lo tienen mucho más claro: o votan al pp o votan al psoe, y el programa ni se lo leen pues ya saben que es mentira.
Nosotros no. Nosotros necesitamos que nos expliquen hasta la última coma del programa, no vaya a ser que estos de IA nos quieran engañar. Lo coherente sería que si nos gusta su programa, nos pusiéramos a trabajar a su lado y así sabríamos si lo que dicen es verdad o no. Pero claro eso es muy cansado y después de todo en más cómodo seguir creyendo en los reyes magos: unos políticos que me solucionen la vida para que yo pueda seguir haciendo el ludita con pretensiones sociales. Y mucho mejor aún votar a ZP para que no vuelva el demonio del franquismo.
Pues yo sin ser militante de IA pienso votarles. Les votaré porque su programa me ilusiona. Porque después de mucho tiempo no tengo que taparme las narices para ir a votar. Por primera vez en muchos años no votaré en blanco o con el miedo con el que los del PSOE quieren que votemos. Porque he descubierto que no son los Reyes Magos, que no tienen todas las respuestas. Para el caso también he descubierto que si hay alguien que no tiene ni pajolera idea de qué es lo que hay que hacer para salir de este embrollo capitalista, son precisamente los que nos han metido en él:PSOE, PP y naturalmente IU.
Les votaré porque lo que dicen en su programa es coherente con lo que yo pienso. Porque sé que se tardará muchísimo en conseguir que la mayoría les vote, pero sé que al final no nos quedará otra que asumir lo que ellos dicen ahora. Porque si hay que tirar del carro yo pienso ayudarles. Porque….

izquierdosos de pacotilla que analizan hasta la última coma del programa de IA.

Dick Turpin:

Agradezco sinceramente la molestia que se ha tomado el militante de IA para informarme acerca de su programa. Menos simpatía me ha suscitado la reacción de María F., para quien, al parecer, resulta improcedente informarse mínimamente acerca del programa que muy bien podríamos votar por afinidad e ilusión. Parece que tenemos otro concepto de la ciudadanía, pareciéndose mucho más el proclamado por María a ese que dicen tener los derechistas que votan sin saber.

Yo no creo, como otros que han aparecido aquí, que se trate de conocer más y mejor la obra de Marx o de Lenin, sino de pronosticar los escollos con los que puede topar un programa de izquierdas serio. La verdad es que a mí me apena un poco, como votante de IU que en ocasiones he sido, ver cómo se fragmenta una izquierda de por sí exangüe en grupúsculos que, salvando matices, defienden en general un mismo sistema de ideas (por qué no podrían sumar esfuerzos IU, IA e IISS) Pero bueno, eso son inclinaciones particulares, que muy bien las corrige la deriva última de IU, donde han primado personalismos y aparato sobre ideas, compromiso y participación. Por eso saludaba con entusiasmo el nacimiento de IA.

Pero los problemas que yo veo, como digo, son de índole práctica. Señalaré tres, todos ellos inscritos en la historia reciente de nuestras sociedades:
(1) la primera de ellas alude al modelo de organización económica, encuadrándola en el contexto internacional. Creo, en efecto, que pueden nacionalizarse sectores estratégicos, aun oponiéndose a la UE, pero creo también que para un buen sistema de protección social, sanidad y educación universal, se necesita un alto nivel de fuerzas productivas. Y eso sólo se consigue conviviendo con la iniciativa empresarial, distinguiendo claramente entre el empresario que ostenta su posición sólo sobre la base de los derechos de propiedad, y aquel que también concurre con su fuerza de trabajo. Si no se estimula la economía (dando desde luego participación al trabajador en el proceso productivo) y se tienen en cuenta los resortes productivos reales, postergando y hasta suprimiendo los especulativos, no se mantiene un sistema de protección sólido. De aquí surge además otra pregunta: ¿cómo garantizar estos derechos sociales universales sin una estructura de carácter estatal, cómo cohonestarlos con un sistema plenamente descentralizado y autogestionario?

(2) Con respecto a la dimensión política, se trata de ‘’subvertir” el régimen parlamentario y la democracia de partidos ampliando en primer lugar su proporcionalidad. Totalmente de acuerdo, incluso con el paulatino vaciado de competencias que apoderen a los ciudadanos y a las entidades locales y federadas. Pero, reitero, ¿cómo resolver la contradicción entre dar mayor cabida a todos los ciudadanos y aumentar la proporcionalidad con la propia condición por ahora minoritaria? Es decir, por expresarlo con transparencia: ¿se cree o no se cree en la democracia parlamentaria como proceso de toma de decisiones? ¿jugamos al juego de las elecciones parlamentarias, del reconocimiento de la constitución -y la constitución misma sirve para desacreditar engendros como la ley de partidos-, de la fundación de un partido porque creemos que es válido para regir la política o sólo como medio para, una vez logrado el poder, destruir sus reglas y montar otro juego distinto que sólo nos beneficie a nosotros?

(y 3) En este sentido, ¿se tiene en cuenta la reacción del adversario en esa lucha, en ese antagonismo que define al movimiento en la actualidad? ¿Qué hacemos con once millones de conservadores y, sobre todo, con los sectores oligárquicos que detentan el poder social? ¿Tenemos algo reservado para ellos, un esquema político, un Estado o confederación en los que tengan cabida sus ideas, sean respetados sus derechos, puedan aspirar a ejercer el poder, o queremos un modelo pluralista con la izquierda pero excluyente con la derecha? Y esto, a mi juicio, es la prueba del nueve para pasar el test del totalitarismo: ¿conllevan nuestras propuestas, como requisito indispensable, la anulación civil del otro o son compatibles con el respeto y protección de sus libertades, así como con su participación política?

Y lo digo no porque acaso no sería más apacible un mundo –al menos un país, un oasis– sin especuladores, explotadores, cínicos, descomprometidos y egoístas, sino porque de una valoración real se desprende que, en caso de querer prescindir de tanto conservador para armar la colectividad, al final los que terminarán prescindiendo de uno, incluso mediante eliminación genocida, son ellos, según demuestra desgraciadamente nuestra historia reciente…

Frank:

Como comentaban antes, el problema de la izquierda es que analiza los programas al milimetro, y más que buscar motivos que comparte, pareciera que busca excusas para renegar de ellos. Podemos compartir el 80 % de un programa, y por ese 20 % que no compartimos renegar de la propuesta. (En cambio podemos estar al 100 % en contra de la forma de actuar de algunos bancos y tener la cuenta en ellos). La derecha se aprovecha de eso. Ellos buscan los motivos comunes que les unen y favorecen y tiran adelante con todo.
La izquierda en cambio, por ese 20 % de diferencias, se disgrega, excinde, se tira los trastos a la cabeza, se diluye en discusiones conceptuales esteriles y se quedan en nada.
Habría que empezar a fijar los puntos prioritarios estratégicos que nos unen y saber, no digo renunciar, pero si aparcar o sacrificar temporalmente algunos no tan prioritarios. Si no, nunca habrá manera de avanzar.

Por otro lado, en esa nueva propuesta anticapitalista, se debería tener claro que el problema no es lo que se cobra o se gana por el trabajo, sino lo que cuesta lo que consumimos. Con un sistema de precios justos sobre costes reales( no inflados ni de especulación), sin cadenas de intermediarios inecesarios que se comen los margenes de beneficios y con unos margenes razonables ( no todos los negocios y productos tienen que ser pelotazos), estoy seguro que muchos podrían vivir con lo que ganan actualmente o incluso menos. ( en otros paises más desfavorecidos, lo hacen ganando 4 veces menos, y comen lo que comemos, tienen llos mismos equipos y bienes que nosotros,etc) Si ellos lo hacen que derecho tenemos nosotros a quejarnos.Algunos se está forrando, robandonos todos los días, y no decimos nada.

Carlos:

Si, se ve ahora como bien dice Esther Vivas el rostro del capitalismo;algo que no ha sido nuevo ni en etapas de alza economica pues ya tenemos en 30 años de democracia,dos generaciones que envejecen sin tener ni haber tenido nada de nada.Limpian la imagen llamandolos parados de ”larga duracion”,se excusan con la creacion e incorporacion de nuevos especialistas , organismos y tecnocratas,en las deficiencias como errores de sus mismas y propias relaciones psicopatologicas o politicas como de la misma manera que han forzado la constitucion del nuevo gobierno vasco.
El rostro es mas que injusto;es cruel y despiadado, y el que quiera hacer politica justa y honrada tiene que pasar por la carcel con estas autoridades.
Ya hay politicos en la carcel o imputados,para que mas creaciones,la solidaridad para con los trabajadores debe venir por explotacion o bienestar o su amparo con una renta basica, si estas premisas vienen acompañadas de una cultura nacionalista:Bien venida sea, sobre todo por adelantarse al nacionalismo de otros.Os invito a votar INICIATIVA INTERNACIONALISTA.

Dick Turpin:

La verdad es que yo no exijo una concordancia absoluta, como indica Frank, para dar mi voto a una formación política. Sobre todo porque parto de la base de que la participación en la comunidad va mucho más allá del esporádico voto, comenzando desde la misma vida personal y profesional. Pero sí que me preocupan las cuestiones de principio: la verdad es que no simpatizo para nada con la izquierda liberal, como tampoco me siento ya próximo a una Izquierda Unida en manos de gente sectaria y mediocre.

¿Qué hacer, pues? La verdad es que IA es una buena opción, sobre todo para hacer patente el descontento generalizado con el modelo capitalista. Mejor, en efecto, una sopresa inesperada con varios parlamentarios europeos de IA que la previsible abstención generalizada. Pero el problema es de visibilidad y de principio: de lo primero, porque hasta hoy (bien por Público), y quitando algún artículo en Rebelión, no había tenido oportunidad de leer a Esther presentando sus ideas; y de lo segundo, de principio, porque o la izquierda anota la pluralidad real como la materia sobre la que aspira a gobernar, incidir o transformar, o si no se condena a ser estéril o totalitaria. Hay que valorar qué grado de autoridad se necesita para desarrollar un programa político: si éste es sumamente alto, y si además se carece de poder social real para conseguirlo, entonces mal vamos. Ahora bien, también es cierto que una aparición estelar de IA haría cambiar muchas cosas en IU y en la misma actitud del PSOE y de los poderes fácticos. Y eso es una razón de peso para votarles: hacer saber que la insatisfacción producida por el capitalismo es profunda y que los descontentos somos muchos y activos…

Carlos:

A quien quiera leer el programa y el desarrollo de los debates de IA, lo tiene fácil : Entrar en su webhttp://www.anticapitalistas.org/ en la wiki que allí tienen. Yo lo he hecho y me ha encantado.
Salud

Dick Turpin:

Gracias por la indicación Carlos. He aprendido con la entrevista a Esther Vivas en kaosenlared. La lista, compuesta de jóvenes, trabajadores y mujeres comprometidos, me parece de veras ilusionante. El programa algo menos, sencillamente porque ya su punto primero, ”la expropiación de la banca”, supondría una guerra civil o al menos un uso exacerbado de la autoridad. Otra cosa es fundar una banca pública fuerte que de modo espontáneo vaya comiendo terreno a la privada.

Tampoco comparto su opinión sobre la llamada izquierda ”gestionaria”, y no porque el PSOE no lo sea, que lo es, sino porque creo sinceramente que IU-ICV no merece una opinión tan severa. La cuestión es si se cree, junto a la participación social, en la democracia formal, porque si es así, entonces se comprenderá que con un 5% de los votos sólo se puede gobernar transigiendo; ahora bien, se puede optar por permanecer como una fuerza de denuncia y testimonial, que no quiera gobernar y no incurra en contradicciones. Pero ya no me queda tan claro que eso no constituya también una forma de complicidad con el sistema, como tampoco me parece tan obvio que la mejor disposición sea la de participar en el juego de la democracia representativa con manifiesto desprecio por sus instituciones, con el propósito expreso de instrumentalizarlas (o destruirlas) en lugar de usarlas (como la usan, por ejemplo, en Bolivia o Ecuador)

Y por último, tampoco creo que la percepción de la realidad que transmite Esther sea del todo verosímil. De sus palabras sobre las ”luchas”, los ”movimientos sociales” y la izquierda ”creíble” se deduce que España está minada de movimientos sociales vecinales, sindicales, estudiantiles. Que el ciudadano de a pie, el jodido por el sistema, está implicado en todo tipo de manifestaciones y luchas. Y que además el sistema capitalista actual se mantiene aun sin resultar beneficioso a absolutamente nadie, sin satisfacer a la inmensa mayoría. Sin embargo, desde mi ventanuco de provincias, la realidad que se divisa es otra, mucho más adherida a la dinámica del consumo, mucho más pasiva, obediente, desagregada e individualista.

Y es que su percepción de la política se corresponde con su visión de lo social: por un lado, propone un programa de máximos irrealizable, o para el que necesitaría una mayoría absoluta (o una dictadura), con desconocimiento así de que hay cerca de veinte millones de personas que no estarían dispuestos a materializar algunos de sus puntos claves, y estando, por tanto, condenada su realización (si se quiere realizar democráticamente, que ya digo que lo dudo) a la transacción, a las concesiones, en definitiva, a la deriva ”gestionaria”; y por otro, presenta una realidad mayoritariamente cabreada con el capitalismo, comprometida con las luchas y los movimientos, borrando así del cartel a la gran mayoría de los habitantes cuyas preocupaciones fundamentales son económico-privadas y con los que habrá que desarrollar, digo yo, alguna estrategia de ”concienciación” o algo así…

En fin, que me quedaré en casa el siete de junio porque, como Esther, tengo poca confianza en la representatividad de las instituciones europeas, pero por eso prefiero mantenerme al margen del juego, aunque continúe participando como ciudadano activo en las redes sociales en que me inscribo…

viernes, 29 de mayo de 2009

Carlos Palomino

No debí verlo. No fue la curiosidad la que me impulsó a hacerlo. La convicción de que la realidad era, como habitualmente, bien diversa de como nos la pintan me llevo a pulsar el play una mañana de hace dos o tres domingos. El convencimiento de que no había sido 'una reyerta entre grupos extremistas', moralmente idénticos aunque políticamente opuestos, necesitaba una confirmación rotunda. Y la obtuvo. Pero a costa de mi estabilidad anímica. Varios días de verdadero desconsuelo e impotencia vinieron, pareciendo incomprensible e incausada mi tristeza.

No sé cuánta gente leerá este blog que flota en la red. Probablemente poca. Quizá nadie. Pero es el único sitio en el que, una vez repuesto, podía, puedo, transmitir en público, como la adorniana botella con el mensaje dentro, mi parecer sobre el asunto. Porque creo francamente que es un problema serio y del que podemos arrepentirnos en caso de no atajarlo. No es la primera vez que una minoría radical, con nulo respeto por la vida ajena, domina por la fuerza, y con prácticas genocidas, a la mayoría restante. Antes al contrario, la historia nos muestra todo un repertorio de ejemplos.

La ultraderecha en España es, en efecto, una realidad bien circulante en la sociedad e inserta además tanto en las instituciones, principalmente judiciales y empresariales, como en los partidos. El conato de querella contra Garzón que conocimos ayer, y en el que hace de vocal un simpatizante de grupos ultraderechistas, no es más que la enésima prueba de la persistencia franquista entre los resortes del Estado. Pero tanto éste como los medios periodísticos asisten, muy graves y preocupados por el terrorismo vasco, perfectamente indiferentes e impasibles frente a tal amenaza. Que se tachase a ese pobre chaval de 'antisistema' sólo nos patentiza el grado irrisorio en que la mentalidad constitucional, de defensa de los derechos y la libertad, ha arraigado entre nosotros. Palomino, y los cientos de jóvenes que lo acompañaban, no iban sino a defender frente a racistas, xenófobos y apologetas del genocidio la no discriminación por razón de clase o raza. Algo que como es sabido manda nuestra Constitución.

Pero el problema es que, siendo el culpable directo, no recae en cambio toda la responsabilidad sobre el energúmeno, bárbaro y desgraciado soldado que asesinó a Palomino. En él no se observa sino la habilidad que continúa teniendo el poder para que los más débiles adopten su discurso y lo reproduzcan aun mediante la violencia. La culpabilidad última ha de recaer, sin embargo, en quienes, con un nulo apego por el Estado constitucional, autorizaron, y siguen haciéndolo, concentraciones neonazis provocadoras de conflicto. Con el agravante además de que quienes así proceden resulta que son los encargados de velar por el orden público.

La pena, y lo revelador, es que, quien así lo decidió en última instancia, Soledad Mestre, como quienes han seguido autorizando manifestaciones xenófobas en barrios de inmigrantes, militan y están designados por el PSOE. ¿Qué dificultad hay, me pregunto, para evitar estas concesiones miserables, que desacreditan a la izquierda, alimentan el huevo de la serpiente y labran el terreno para nuestra propia desaparición? Cuál es, porque yo no la llego a ver.

domingo, 24 de mayo de 2009

Excepción permanente

No debiera sorprender a nadie la deriva que han tomado los acontecimientos con la última y controvertida (des)aplicación de la ley de partidos. Las normas jurídicas no sólo prohiben conductas, también generan atmósferas, sentimientos colectivos, cultura al fin y al cabo. Y sencillamente, dicho engendro legal, que afecta de lleno a derechos constitucionales sustantivos para la articulación democrática, no podía dejar de tener caros, profundos y acaso irreversibles efectos culturales. Con su aprobación, fruto de la connivencia entre PP y PSOE, se traspasó la línea roja, y un terreno que había de resultar espontáneamente vedado a la intervención gubernativa quedó expedito, pensándose, claro, que solamente sería necesario internarse en él una sola y definitiva vez. Pero estas cosas dan ejemplo y sirven de precedente para legitimar conductas semejantes en el futuro.

Desde entonces en nuestro país se ha normalizado prohibir partidos, disolver asociaciones, cerrar periódicos, en fin, suprimir y negar libertades públicas esenciales en nombre de la seguridad y como medidas 'de necesidad' para combatir el terrorismo. Pronto se interiorizó la idea de que tal estado de excepción permanente, y territorialmente acotado, no sólo era compatible con el Estado de derecho sino que era la más acabada expresión de su autodefensa, cuando en realidad se está demostrando que fue uno de los ataques más severos a uno de sus puntos de flotación. La norma, por insensatez e irresponsabilidad del legislador (por darle la vuelta a estos dos términos que pretende monopolizar el conservadurismo), había empezado a crear cultura, una cultura anticonstitucional y antidemocrática concretamente, en la que cabe perseguir las ideas y expulsar a determinados sujetos de la condición de ciudadano.

Lo escandaloso, aunque previsible, no resulta tanto que el Tribunal Supremo intente ilegalizar una candidatura --con la que no simpatizo-- sin pruebas suficientes (¿con qué evidencias fehacientes se está condenando en España por terrorismo?), ni que quede al descubierto su escasa profesionalidad por la decisión de un Tribunal Constitucional que parece haber actuado al dictado de El País, que ya advirtió que con chapuzas como las del Supremo el Tribunal de Estrasburgo tumbará, por antijurídica, la famosa ley de partidos. Lo triste, aunque predecible, es que toda la plana mayor conservadora (y, en ocasiones, socialdemócrata) haya irrumpido atacando al máximo órgano constitucional por su 'falta de realismo' cuando ha estimado, sencillamente, que para negar libertades básicas se necesitan algo más que indicios. A su juicio, bastarían con cuatro vaguedades para negar derechos fundamentales a colectivos enteros. Ese es el valor real que para estos señores tienen tales derechos; y hasta sus más aparentemente mesurados representantes, como Ignacio Camacho, se permiten injuriar --'pedazo de rufián', llama hoy a Carlos Fabbretti-- a los adversarios y tratarlos ya, con la brocha más gorda que puedan imaginar, como si de asesinos condenados en firme se tratase.

Alegan como prueba que Otegi, desafiante y cobarde como siempre, haya pedido el voto para Iniciativa Internacionalista. Pero desconocen con ello que defender el derecho de autodeterminación desde la izquierda radical no es un delito, sino estar inserto en la estructura de ETA como instrumento auxiliar para el cumplimiento de sus fines; y tamaña acusación hay que probarla solidamente. El independentismo, en efecto, no es ilegal, sino cualquier método violento de imponerlo, aun en su grado más remoto de inducción, colaboración o provocación. Sin embargo, el problema de fondo es que, tal y como deseaba el conservadurismo, se ha conseguido identificar, de La Rioja para abajo, izquierda abertzale con (proto)terrorismo y criminalizar así sin más a cerca de doscientas mil personas. Ese es el gran favor de ETA a la izquierda de su país y el gran legado que nos está dejando con su absurdo y criminal combate contra el Estado: que éste sea cada vez más autoritario y menos constitucional.
A ver si Otegi y compañía toman nota de una vez y por las malas suprimen definitivamente esa ignominia que todos terminamos pagando en forma de recorte consentido y espoleado de libertades.

viernes, 15 de mayo de 2009

Fiscalidad instrumental

Muy poco he visto y leído del debate parlamentario sobre la situación del país. Tuve, sin embargo, la suerte de, una vez concluida mi jornada, presenciar las ponencias de Gaspar Llamazares y Joan Herrera, así como la réplica de Zapatero a ERC, IU e ICV. Y comento que fui afortunado porque tuve oportunidad, una vez más, de comprobar las distancias claras que se abren entre el social-liberalismo y el socialismo democrático.

En su intervención hastiada y lenta, aunque convincente en sus puntos principales, Zapatero deslizó dos argumentos que me parecen fundamentales para distinguir entre la izquierda socialista y la liberal. El primero de ellos, en contestación a Joan Ridao, aludía a las grandes fortunas. Según nuestro presidente, no había que fijarse y atacar tanto a quienes habían logrado amasar riquezas en estos años de especulación cuanto en los asalariados y desempleados, los auténticos castigados por la crisis y necesitados del auxilio estatal. Demostraba con ello profesar el dogma liberal de que las ganancias particulares son casi en exclusiva fruto del talento individual, del don subjetivo, del mérito, sacrificio y constancia de uno mismo. El esfuerzo, por tanto, que ha de hacer la sociedad en su conjunto para producir esas fortunas localizadas quedaba borrado de un plumazo. Dos polos íntimamente vinculados, como son, por una parte, el de las ganancias desorbitadas fruto de la especulación, de las rentas del capital y de la precariedad laboral, y por otra, el de las menguantes rentas de trabajo y la enflaquecida protección social, quedaban de esta forma desconectados, y el socialdemócrata colocado de nuevo en esa incómoda y anticlasista posición intermedia, protegiendo por un lado al rico de las críticas y prometiendo por otro al pobre atención paliativa.

El segundo argumento esclarecedor fue el relativo a la concepción fiscal del PSOE. De una "fiscalidad instrumental", habló Zapatero. Instrumental porque no tiene asignado ningún fin sustancial, no cumple ninguna función social de carácter éticamente sustantivo. El Estado (democrático y social), en el que no se cree precisamente por superstición liberal, queda así reducido a una suerte de recaudador ciego, y cada vez más extraño al principio de progresividad, que, con los fondos acumulados o, de ser preciso, con la deuda pública, va tapando los parches y grietas que el movimiento espontáneo de la sociedad (mercantil) va produciendo.

La fiscalidad, en cambio, sí que puede ser concebida, no en términos instrumentales, sino sustanciales. Puede cumplir la finalidad (socialista) de aproximar gradualmente las rentas, de reintegrar al conjunto de la sociedad parte del esfuerzo que realiza para que algunos de sus miembros gocen de una posición privilegiada. E intenta lograr esa finalidad porque cree que la homogeneidad económica --que no la nivelación mecánica de las rentas-- es condición indispensable de la convivencia, porque las desigualdades injustificables generan resentimiento y conflictividad, y de la democracia misma, pues solo con una distribución solidaria se logran individuos autónomos y se impide que una persona pueda ejercer sobre otra ningún poder que no cuente con una base de legitimidad electiva expresada por normas generales.

Pero esto es lo que nunca ha estado dispuesto a admitir el liberalismo, también en su forma socialdemócrata actual: que el poder no sólo es político y estatal sino también, y muy principalmente, social y económico.

miércoles, 13 de mayo de 2009

El nuevo gobierno vasco

Para mi sorpresa, algún caro amigo dice haber echado en falta algún comentario de actualidad en mi blog. La verdad es que uno escribe ya predispuesto a no tener lectores, casi como ejercicio solitario de desahogo. Y como mi carrera profesional requiere para la promoción y consolidación la práctica de la escritura, pues me veo en ocasiones obligado a elegir entre el deber y el asueto de Meine Zeit. Pero, al parecer, ni carece uno por completo de lectores --y hechos un poco embarazosos han venido últimamente a demostrármelo-- ni tampoco la solución es enmudecer ante acontecimientos significativos de la actualidad.

Uno de ellos, querido Iker, es, ha sido, la formación del nuevo gobierno vasco, que suscita en mí sentimientos encontrados. Por una parte, no puedo sino celebrar que se haya consumado la alternancia, desbancando del gobierno a un nacionalismo conservador hegemónico que mostrando su escasa sensibilidad democrática todavía amenazaba, en boca de su obstinado líder, con 'gobernar Euskadi desde donde fuese'. Además, he de confesar que, por lo que al socialismo vasco respecta, la alternativa al PNV era más que pasable, al contrario de lo que ocurre por Andalucía, donde el PP que ejerce de oposición continúa representando a una derecha recalcitrante y con una visión eminentemente privada de lo público.

Ahora bien, por otro lado, creo que el nuevo gobierno vasco resulta forzado y rompe con la doctrina liberal que supuestamente inspira tanto al PP como al PSOE. Junto a la habitual presión mediática, ha salido adelante con la eliminación, escasamente democrática, de la izquierda abertzale --la cual, obviamente, no apoya, financia y conforma en su integridad a la banda terrorista--, y se ha creado con un pacto incomprensible que va a entorpecer la acción gubernamental en todo aquello que no sea política antiterrorista, es decir, en la mayoría de los asuntos. Y por si fuera poco, no responde en absoluto a la mayoría social vasca, que se ha decantado más bien por otro tipo de gobierno, basado quizá en un pacto entre el PNV y el PSOE.

Hasta qué punto, entonces, el dogma liberal según el cual las instituciones, para ser legítimas, deben representar a las fuerzas mayoritarias y centradas para poder así discernir el interés general no es más que un principio de quita y pon, proclamado sin descanso para aquilatar el bipartidismo y arrojado por la borda cuando se trata de asaltar el deseado bastión vasco.